que el pecado te sea tan aborrecible como Él era para ellos» (Edward Reyner, 1635). «Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo» (2a Timoteo 2:19). Cuanto más se lee la Palabra con el objetivo definido de descubrir lo que agrada y lo que desagrada al Señor, más conoceremos cuál es su voluntad; y si nuestros corazones son rectos respecto a Él, más se conformarán nuestros caminos a su voluntad.
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